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Nom Pen

  • mlechuga
  • 22 ene 2019
  • 5 Min. de lectura

Tras hacer unas breves reseñas sobre Bangkok y Saigón es hora de hablar sobre la tercera de las patas de esta mesa que forman mis cuatro capitales favoritas del sudeste asiático.

La capital de Camboya es sin duda el centro lúdico del país y junto a Siem Riep uno de los puntos turísticos más importantes del país.


Como no pretendo ser una guía turística (que ya las hay y muy buenas y abundantes en la red) hablaré como en anteriores ocasiones más de sentimientos y sensaciones subjetivas. Al fin y al cabo, cuando viajamos durante un largo periodo de tiempo, visitando diferentes lugares muy distintos entre sí, tenderemos a idealizar aquellos en los que tuvimos una experiencia más positiva, aunque esta fuera de lo más trivial. Una conversación tranquila y franca compartiendo unas cervezas con un nativo o un amanecer en el lugar adecuado, puede hacernos parecer la ciudad más fea del planeta en el mejor lugar que visitamos durante nuestro trayecto. Al contrario, una diarrea inoportuna transmutará los bellos templos de Angkor en el mismísimo infierno.


Para mi la capital del reino de Camboya es un lugar imprescindible en el que gastar días, incluso semanas en nuestro peregrinar por el sur de Asia.


¿Que ver en Nom Pem?


Para responder esta pregunta mejor visita Tripadvisor o coge la última Lonely Planet. Te dirán que si el palacio real, la pagoda de plata, los "killing fields" o el tétrico y espeluznante

museo del genocidio de Tuol Sleng, donde se torturaron y asesinaron a 20.000 prisioneros durante los terrible años de los jemeres rojos.

Si puedes deberás visitar estos lugares, como el resto de turistas, pero quizás no encuentres allí lo que andas buscando en tu viaje. Sin duda no podemos pasar por alto todo lo relativo al genocidio camboyano y una mirada con respeto y compasión se hará sin duda necesaria. No obstante, como en toda esta parte del mundo que vivió una historia convulsa hace unas pocas décadas, también en Camboya se desea pasar pagina y mirar hacia adelante.


Uno de los lugares más bonitos para mi y donde pasé muchos atardeceres y noches tras la puesta de sol, es la ribera del gran Mekong, justo donde une su cauce con el de su tributario el Tonle Sap (o río Sap). Frente al palacio real se dispone un paseo donde al llegar la noche vendedores ambulantes, parejas, grupos de amigos, turistas, alguna que otra prostituta y demás fauna se reúnen entre murmullos para refrescarse con la suave brisa que suele soplar desde el amplio valle fluvial. Sentarse con un refresco, comprado previamente a una amable vendedora que empujando su nevera sobre ruedas va de aquí para allá, en el mismo borde del talud que nos separa del río. Asombrarnos con la inmensidad del caudal, del poder de este inmensa arteria fuente de vida para tantos habitantes de esta parte del mundo. Observar a las gentes en sus rutinas diarias e intentar comprender como son sus vidas. Compartir alguna sonrisa con algún amigo ocasional. Ver a los niños corretear de aquí para allá o simplemente respirar profundo de ese aire puro y por un momento no pensar, solo sentir y esperar.

Yo lo hice durante algunas semanas, casi a diario, y no llegue a cansarme de esta rutina que lleno de paz mi alma durante tantas noches. Aún siento en mi cara el recio soplar de ese viento áspero y fresco que rizaba la superficie del gran río y que con monótona voz repetía como un mantra: "estás vivo y estas aquí". Quizás fueron aquí, en unos de los lugares más peligrosos, donde se cometieron las más terrible atrocidades en los años 70 del pasado siglo, donde mayor paz encontré.

Como amante de la buena comida, de observar a las gentes en su diario devenir y del comercio, son los mercadillos otros de los lugares que disfruto de recorrer. Y si a ti te ocurre lo mismo, aunque no seas aficionado a la compra de "souvenirs", es imprescindible que gastes unas horas por los muchos mercados que jalonan la ciudad. El mercado central o nuevo gran mercado puede ser un buen lugar para vagar entre sus puestos o pararse a almorzar una deliciosa comida jemer o simplemente tomar un café.

Edificio que data de 1937 y de estilo art-deco, destaca por su cúpula centralbajo la que se disponen las tiendas de joyas y oro. En el exterior los más humildes puestos de recuerdos, ropas y comidas son mis favoritos. Si el hambre te acucia no dudes en parar, pide algún suculento manjar y toma un buen café compartiendo charla con la gente que te rodea. Sólo unas palabras serán suficientes para elevar tu ánimo y llenar el baúl de gratos recuerdos.


¿Como desplazarse?


No es Nom Pem una ciudad donde el caminar sea dificultoso. El tráfico no llega a ser tan caótico como en Saigon o Bangkok. Aquí cruzar una calle no es un deporte de riesgo a la altura de sus hermanas asiáticas. Aún así conviene tener algo de cuidado y prestar atención.

Los tuc-tucs y moto taxis son la mejor opción si te diriges a puntos más distantes como los "killing fields" o no eres amigo de las grandes caminatas. Por unas pocas rupias o dólares tendrás todo el día a un diligente jemer con su moto a tu disposición. Aún así se hace imprescindible el regateo, preguntar a varios conductores antes de elegir uno y evitar siempre los estacionados a las puertas de los hoteles o grandes atracciones turísticas. Sólo con andar unos cientos de metros más allá de tu hospedaje, el precio puede ser significativamente más bajo.


¿Dólares o rupias?


Si has llegado hasta aquí supongo que ya tendrás información al respecto. En toda Camboya es imprescindible llevar dólares y comprar algunas rupias también. Se hace un poco pesado y lioso el tener que andar calculando en una y otra moneda. Pero por lo general, se usan las rupias para pequeñas transacciones y los dólares para importes algo mayores. Comidas en mercadillos se suelen pagar en moneda local. El precio del transporte se suele acordar en dólares. Importante llevar billetes pequeños si no quieres cargarte de rupias o evitar pequeños timos.

Las pequeñas estafas a los turistas, tanto aquí como en el resto del sudeste asiático es lo normal, y tendrás que acostumbrarte cuando suceda porque son inevitables. En todo caso es parte del encanto de viajar con poco equipaje. Anda con ojo avizor pero sin estresarte.


Finalmente di más consejos de los que pretendía. La primera vez que llegue a Camboya no tenía ni idea de nada. Andé algo intimidado durante las primeras horas. El segundo día ya me sentía dentro de mi zona de confort y sin sentir peligro alguno. Son los jemeres gentes amables y parlanchinas, algo pillos, pero siempre sonrientes y dispuestos a ayudar. Espero volver a esta maravillosa urbe a no mucho tardar, allí donde tan bellos momentos pasé y llené mi mochila de tan preciados recuerdos.



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